Tu recuerdo me mata.

Me duele el recuerdo que constantemente pasa por mi mente recordándome tu existencia en este mundo y en mi corazón. Como si no fuera suficiente verte feliz con alguien más, me auto destruyo cada vez que me transporto a un momento vivido a tu lado, con la esperanza de hacerlo realidad nuevamente.

Puedo acostumbrarme a no tenerte físicamente aunque ahora lo encuentro tan lejano a mi realidad. Si te cuento que en secreto te sigo amando como la primera vez que nos enamoramos.

No es fácil fingir que todo anda perfectamente bien desde que ya no estás, porque mi realidad es que cada noche le hablo a mi almohada de ti, contándole con detalles cada uno de nuestros secretos mientras seca las lágrimas que mis ojos derraman cada vez que me acuerdo que la cama solo cuenta con mi presencia.

No te pido que vuelvas, no es justo para ambos caer en lo mismo. Merecemos que nos amen personas distintas que nos acepten el caos que somos y nos motiven a ser mejor persona aunque eso implique no coincidir más en este mundo. Podría soportar el dolor del recuerdo, pero la noticia de que otra mujer es la que duerme contigo, disfruta de tu presencia al despertar, respira tu aroma, besa tu labios, abraza tu cuerpo, sobre todo que ocupa tu corazón.. eso sí, destruye mi ser lentamente. 

Mi acompañante

Quiero dormir contigo, tal cual como sucede en mis pensamientos cada noche, sin excluir cada mínimo detalle, sería más perfecto de lo que puedo pedir, pero más real de lo que puedo obtener.


Quiero que seas tú quien ocupe el lugar de la almohada que cada noche abrazan mis piernas, que seas tú ese ser a quien imagino acostado a mi lado, deseando que nunca me falte al despertar.

Quiero rodear con mis piernas tu abdomen mientras mis manos recorren tu cuerpo hasta encontrar el lugar donde se sientan cómodas y puedan permanecer inmóviles. Quiero acostarme en tu pecho donde puedo escuchar perfectamente los latidos de tu corazón al ritmo de tu respiración.

Quiero dormir contigo como si no tuviera alternativa ni escapatoria, como si mi única elección es pasar cada hora de mi noche ocupando la misma cama que tú, donde nuestros cuerpos se rozan debajo de la sabanas provocando miles de emociones.

Quiero que seas tú mi primer y único acompañante de cama, de habitación. Quien tenga la capacidad de adueñarse de mi alma y tener el poder de someter mi cuerpo en el mar de placer, haciéndome tocar los cielos con su aroma celestial tan peculiar.

Quiero dormir contigo, tener el privilegio de ser la única mujer que conozca tu cama, cada rincón de tu casa. La única que conquista tu alma.